A veces me gustaría hacerlo. Sobre todo en Navidad.
Estos días son una especie de maratón de engullir y engullir opíparas comidas, decadentes cenas y un sin fin de reuniones aderezadas de dulces y bebidas.
Claro que me gustaría resistirme o tener la fuerza de voluntad de poder parar de zampar a tiempo y rechazar la tentación.