La filosofía, cuando es práctica, es formadora. Nos ayuda a conocernos y mejorarnos. Ser filósofo es una forma de vida comprometida con las mejores aspiraciones de la humanidad.
La puesta en práctica de los valores humanos sustenta un modelo de cultura activa y participativa, que pone en juego las cualidades de cada persona, amplía el horizonte mental y se abre a todas las manifestaciones del espíritu.
El voluntariado es la natural expresión de un espíritu de unidad con la vida y la humanidad, y se manifiesta en la práctica de valores como la generosidad, el compromiso y la búsqueda del bien común.