Hace ya tiempo que soy consciente de que uno de los grandes retos del siglo 21 sería la desinformación.
Gracias a internet y los teléfonos móviles, cualquier memo puede contarnos lo que opina sobre Star Trek (Homer Simpson dixit). Estamos hiper conectados, hiper estimulados e hiper informados. ¿O es justo al contrario? Paradójicamente, el ciudadano medio nunca había estado tan desinformado como en la era de la información.
Los bulos se extienden y viralizan como ningún otro contenido haya hecho jamás. Y no importa nada que sean desmentidos rápida y reiteradamente, porque el daño ya está hecho. El virus ya ha escapado de la contención y su expansión es inevitable.