Cuando un arcabucero o mosquetero recibía el arma que le daba el oficio, fuera el arcabuz o el mosquete, éste le era entregado con " todos sus aderezos ".
Entre dichos aderezos, unos fundamentales: los elementos para transportar y dosificar la pólvora.
En el frasco se llevaba la pólvora de arcabuz para cargar el arma. En el frasquillo, el polvorín – una pólvora de arcabuz más fina – que servía para cebar la cazoleta.