El mar es un elemento constante en las letras canarias. A veces un mar metafórico y mítico que nos traslada a un pasado idealizado o a una simbología de muerte o desarraigo.
Pero el mar también es camino de ida y vuelta. Es la ruta del que se aleja o del que viene. Atlántico sonoro como diría el gran poeta Tomás Morales para dialogar con ese océano que nos rodea y nos da un carácter especial: la mirada taciturna del isleño.
Pero ese mar en movimiento también es vida y color, música y añoranza.