Te elijo, pues, ¡oh Sagrado Corazón !, por el único objeto de mi amor, protector de mi vida, garantía de mi salvación, remedio de mi fragilidad, reparador de todas mis faltas y mi asilo seguro en la hora de la muerte. Corazón lleno de bondad, justifícame ante Dios Padre y desvía de mí los rayos de su justa cólera.
Dulce Madre, no te alejes,
tu vista de mí no apartes,